Sueldos
TOMÁS SÁNCHEZ Autor Public Inc., Investigador Asociado, Horizontal
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Tomás Sánchez
Es curioso cómo en la discusión pública no se suele hablar de sueldos, especialmente del nivel de sueldos o de los sueldos reales. En los últimos años, la inflación ha vuelto a ser un tema relevante y, por ende, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) ha tomado un nuevo cariz. Las personas han recordado que cuando los precios suben, pero no así sus sueldos, su poder adquisitivo se ve afectado.
Afortunadamente, la izquierda ha comprendido que el crecimiento es una condición esencial para el desarrollo y progreso de un país. De poco sirve un Estado si nadie le paga impuestos, o un hermoso campo si sus agricultores pasan penurias. Sin embargo, aunque hay consenso en que es necesario que el país produzca más, aún no hemos bajado la discusión a la necesidad de que cada trabajador gane más.
“Chile enfrenta un estancamiento de la productividad; es decir, producimos lo mismo por persona desde hace 15 años. La otra cara de la moneda es que, al producir lo mismo, los salarios reales no crecen”.
Entre 1990 y 2014, el ingreso per cápita de Chile aumentó un 3%, mientras que ha estado estancado durante la última década. Literalmente, hemos vivido una década perdida. Mientras el mundo sigue creciendo y, por lo tanto, otros generan más recursos y aumentan su productividad, Chile se vuelve relativamente más pobre. En términos más técnicos, lo que enfrentamos es un estancamiento de la productividad; es decir, producimos lo mismo por persona desde hace 15 años.
La otra cara de la moneda es que, al producir lo mismo, los salarios reales no crecen. Es difícil, por no decir imposible, que una empresa aumente los sueldos si sigue produciendo lo mismo que antes con la misma cantidad de personas.
¿Hablemos de sueldos? Entonces necesitamos hablar de cómo las empresas puedan generar mejores resultados. Esto atraerá capital e inversión, lo que a su vez generará una presión competitiva que disputará el talento, y, por ende, elevará los sueldos. No hay otra forma de incrementar los salarios que cuando una empresa necesita retener a sus empleados, mientras otras intentan contratar a nuevos talentos para cumplir sus planes de inversión y desarrollan capacidades para ser más productivos. Solo si las empresas son capaces de crear más valor por persona, subirán los salarios.
Para que esto ocurra, es esencial crear las condiciones adecuadas, remover obstáculos y resolver las fallas de mercado. En palabras simples, necesitamos un plan de crecimiento y desarrollo que libere la vía para aprovechar nuestras ventajas competitivas y comparativas. Desde la educación y capacitación del talento necesario, sentando a las industrias con universidades y centros de formación técnica, hasta simplificar la regulación y permisos para que sea atractivo invertir en sectores estratégicos.
¿Por qué las principales cadenas de hoteles no invierten en nuestra Patagonia? ¿Por qué China anuncia grandes inversiones en litio en Bolivia y Argentina, pero no en Atacama? ¿Por qué no aspiramos a producir más salmón que Noruega, más celulosa que Finlandia y más leche que Nueva Zelanda? ¿Qué necesitamos hacer para que todo esto pase?
Si queremos ser como Australia, Canadá o Suecia, necesitamos apuntar alto en el valor que generamos en nuestros sectores estratégicos. Necesitamos un norte claro y metas ambiciosas que se traduzcan en mejores condiciones para nuestro talento. Alcanzar los sueldos que reciben los trabajadores en las mismas industrias que esas naciones, pasa por producir tanto valor como ellos.